The Jesus and Mary Chain y Belle and Sebastian acaparan todas las miradas en una jornada más tranquila que la del viernes

Los Estanques y Derby Motoreta’s Burrito Kachimba presentaron sus nuevos trabajos ante la ovación del público

Tomavistas. El éxito de la clase media (II) SAB_ BELLE © Javier Rosa

Tomavistas. Belle and Sebastian. Foto @ ​Javier Rosa

Si ya hablamos de la ausencia de precios populares en la crónica del viernes, un debate que hay que reclamar constantemente porque es desorbitado para cualquiera que asista a un concierto, también exigimos al Ayuntamiento de Madrid que haga algo con la Caja Mágica, porque entre la depuradora y las arquetas el mal olor puede llegar a ser nauseabundo. Y así ocurrió a medida que avanzó el segundo día, una jornada más tranquila de sonidos y de cantidad de asistentes congregados, que resultó igualmente amena y disfrutona para los amantes de la música, salvando ese serio y escatológico inconveniente. Sobre todo en lo que a los cabezas de cartel tocaba, Belle and Sebastian y The Jesus and Mary Chain, porque dieron una lección de saber envejecer que aquí aún deberíamos aprender.

A media tarde el protagonismo fue para la banda escocesa con nombre de la novela de Cécile Aubry, y es que la deliciosa ambigüedad de Stuart Murdoch atrajo una mayor diversidad del público, enamorado de su pop de cámara vitalista y divertido, que lleva cerca de 30 años en todo lo alto. Gustaron sus grandes clásicos, Another Sunny Day, Get Me Away from Here, I’m Dying o The Boy With The Arab Strap entre otros, mientras los arreglos del chelo y la trompeta llegaron con emoción a un público entre el que abundaban las parejas, y los niños, más metidos en los conciertos que en la jornada anterior.

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Belle and Sebastian. Foto @ ​Javier Rosa

Lo que no cambió, fue el perfil mayoritario de los asistentes, a menudo ausente de los conciertos de estas bandas. No merece la pena extendernos en una masa crítica que ha visto tantos conciertos y ha entendido tan pocos que ni disfruta de los mejores momentos, ni deja disfrutar, y que se ha colado en estos eventos de temporada haciendo que se pierda mucha magia. Esto es marca España, y lo será hasta que se agote. Murdoch, que sabe de esto mucho, subió la apuesta, y encaramado a la valla, o con la consabida subida de público al escenario, arengó a las masas con gran éxito y salvó el quite en un excelente estado de forma, alejado de los problemas de salud que le obligaron a cancelar su gira estadounidense el año pasado.

The Jesus and Mary Chain. Saber envejecer con estilo y actitud

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Dinosaur JR. Foto @ Javier Rosa

El espectáculo total llegaría más tarde con The Jesus and Mary Chain, con un verdadero muro de sonido, limpio pero contundente que me dejó estupefacto. Es que podemos hablar del puto post-punk todo el día o de lo que queráis, ¡joder! ¿quién toca así con 60 palazos? Eso es envejecer de la ostia.

Fue un espectáculo, y no solo porque Happy When It Rains, All Things, Darklands o esa belleza que es Just like honey, que nos sobrecogió en ese final del filme de Sofía Coppola Lost in translation, han trascendido el género y pertenecen ya al acerbo popular, ni que los audiovisuales entre la psicodelia colorida y el bombardeo incesantes de imágenes propio de los 90 te sobrecogiera con una saturación reflexiva, es que los hermanos Weid, Jim y William, supieron conjugar un contraste entre la belleza intimista y la densidad a la perfección en un conciertazo que contó con la colaboración (juraría, ya que a esas horas se despista uno) de la violinista Sarah Martin de Belle and Sebastian.

El culo más sexy del festival, el de Dandy Piranha (DMBK)

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Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Foto @ Javier Rosa

No solo vive el ser humano de los cabezas de cartel, sino también de las propuestas más vanguardistas de la escena indie patria actual, y a la vez, de los sonidos más duros del sábado. Empezando por Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, a quien llegamos ya empezados. Leyendo a María Canet en efe eme confirmamos lo previsible, que presentaría al principio su nuevo disco Bolsa Amarilla y Piedra Potente (24), aunque dejaría otros temazos como El Valle para deleite del personal. El sexteto se marcó un concierto muy duro, de los que me gustan, con Dandy Piranha tirando del respetable, con arengas, “¿Esto es un festival o qué?” al público más conversador, o con divertidos y sexys movimientos que consiguieron mover finalmente al respetable y le valieron este cariñoso galardón.

A su lado, Gringo, Soni, Machete Carrasco, Bacca y Papi Pachuli también lo dieron todo, y consiguieron dejar a la peña loquísima con éxitos como The New Gizz, Hilo Negro o El Salto del Gitano, y es que los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba es una de las formaciones más potentes que tenemos en la actualidad. Esa “Triana bonita”, gritaba Dandy Piranha saturado de psicodelia final, y bien que me gustaría empezar con ellos en alguna abacería de la calle Pureza para torcer en Santa Ana, y ya perdernos entre cerveza, música y comida.

La ida de olla, la de Íñigo Bregel con Los Estanques

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Los Estanques. Foto @ Liberto Peiró

A la otra punta, el sábado solo nos acercamos a ver a Los Estanques, un grupo formado por el greñudo Germán Herrero (con su ya mítico camisón), Daniel Pozo y Andrea Conti, con Íñigo Bregel al frente, que van del hard-rock setentero al soul y la psicodelia, bañado todo por un surrealismo yeyé que roza lo ‘Muppet’, es decir canciones y voces a lo Barrio Sésamo. Vamos, unos pillados fetén.

Acaban de publicar nuevo disco, Uve, que arranca purito Queen, y que da muestras de una alta capacidad de teatralización y su expresividad a raudales. Canciones como Bienvenidos al circo o Damos gracias a dios han subido mucho la faceta de rock duro que necesitábamos de la banda cántabra afincada en Madrid, que a tenor no ya de mi humilde opinión, sino del respetable (el cual se meneó de lo lindo en los pasajes más rocketas), fue muy bien recibido. En el fondo, si le quitas el rollo Muppet, lo de Los Estanques sube infinito, porque el surrealismo de otros clásicos como Soy español, pero tengo un kebab, funcionan en directo muy, muy bien, junto con otras puntualidades como Mr Clack.

El humor ya lo llevan de serie (subieron un cartón de George Michael de 2 metros para hacer “divertidos punteos y colaboraciones” y al final un stage diving con él de rigor), por lo que teniendo tan clara la base de exitazos como No hay vuelta atrás o Clamando al error, a veces ese juego al despiste sonoro se pasa de frenada. Son la ostia y deben jugar en otra liga, pero independientemente de mi opinión, fue un bolaco.

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Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. Foto @ Javier Rosa

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Los Estanques. Foto @ Liberto Peiró

El Karaoke llegó al final con Alizz

Tras ver a Los Estanques y disfrutar de The Jesus and Mary Chain, nos acercamos a ver a Alizz, una de las bazas fuertes del festival, a altas horas de la noche, cuyos bailongos estribillos de pop electrónico de masas hicieron que la gente coreara y bailara esto más que el resto del festival junto. Estribillos como el de El encuentro convirtieron aquello en un karaoke para el que yo no tenía cuerpo tras la dinámica del resto del día y festival. ¿Qué hacía un chico como yo en un lugar como ese? No fue Alizz, quien estuvo basadísimo en watios de luz y éxitos muy reconocibles, era yo, siempre yo, extemporáneo a esas alturas. Tanto que ni a Phoenix esperé, dándolo todo por bien acabado.

Aunque fue un menú de degustación exquisito el del Tomavistas, como en estos casos gastronómicos ocurre, la oferta resultó ligeramente insuficiente, y me fui con la sensación de necesitar algo más, alguna banda más por día, no muy cara pero resultona. Que había estado muy bien, pero los escasos 10.000 asistentes del segundo día (estimados), tampoco sirvieron para crear ese espíritu de comunión que un festival de estas características necesita. Pero ojo, la fórmula es muy válida. El Tomavistas prefiere ser cabeza de ratón, y qué ratón, es un festival de clase media, con mucha clase.

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Alizz. Foto @ Javier Rosa

ruben gonzalez piedra contra tijera @ karlos sanz 4 copia

Rubén González

Periodista

La Voz en Pie es el nuevo proyecto de este periodista musical tras Club de Música, Godot, Diábolo o El Embrujo. En 2024 publica su primer libro «Piedra contra Tijera», sobre la historia del rock en España (1991-2021).