2024 es el Año en el que por fin ve la luz el libro que me llevó mucho tiempo de estudio. “Piedra contra Tijera” es un extenso trabajo en el que rastreo la historia del rock del estado español entre 1991 y 2021. Más de 500 páginas de rock, indie, hardcore, heavy metal, mestizaje, blues, soul, folk… poca cosa, ¿verdad?
También es el año en el que arranco La Voz en Pie, la web que estás viendo. Una web que pretende aunar una reflexión musical y social, acorde a los nuevos tiempos que corren. Cada vez se hace más necesario poner el contador a cero y resetear una vez más los usos y modos de la escena musical. Se dijo que de la pandemia saldríamos mejores, y sin propuestas activas, estamos comprobando que ni más solidarios, ni más igualitarios, ni mejores. Esto ha sacado lo peor de nosotros. A cada crisis le sigue un proceso de acumulación de capital por parte de unos pocos apretando la soga del resto un poco más, y la desazón se extiende a poco que rasques en tu entorno. El enésimo debate sobre el fin del periodismo musical no hace sino confirmarlo.
Peleando a la contra fue un magnífico manifiesto con el que hace 20 años aproximadamente, Quique González decidió romper con la industria musical ante la desidia de esta, para dedicarse a producir sus propios discos con el espíritu y el amor de un artesano. Hoy es un pequeño homenaje que quiero rendir al compositor madrileño, aunque el propósito no nace del enfrentamiento contra la industria, sino de hacer las cosas de la misma manera.
En los últimos tiempos se han recalcado mucho los derechos de los artistas y la necesidad de poner de relieve la salud mental, los derechos de producción de la industria, e incluso de aquellos trabajadores que moran alrededor de la misma, algo que nos debe parecer a todo el mundo bien. Por otra parte, la necesidad de pertenecer a un ente creativo eterno y atemporal se ha visto recientemente confrontado con la voluntad de una sociedad cada vez más decadente de mostrar siempre una actitud cínica y descreída ante lo que ocurre en su seno, por lo que se va haciendo imperativo establecer nuevos consensos.
Se ha hablado menos de los oyentes, del público amante de la música, del que lo concibe como elemento innato de su acervo cultural, como del de aquel que lo vive como un alto exponente de ocio lúdico y festivo. Ninguno son (somos) simples consumidores y quieren (queremos) que se les (nos) trate con dignidad. Y de eso va a ir esta web. No voy a contribuir al ruido generando noticias y contenido al peso, ni saturar con infinitos pero anodinos artículos sobre quinielas festivaleras o giras de conciertos, con el objetivo de darle un tráfico por la vía cuantitativa a esto, sino todo lo contrario, escribir cuando crea que tenga algo que aportar.
La relevancia de una artista y su obra solo vale en la medida en la que es capaz de satisfacer las necesidades expresadas en la época en que le ha tocado vivir. Por vincularse emocionalmente a una masa crítica que no es necesario cuantificar, puesto que hay abundantes minorías esperando que alguien se fije en ellas, estableciendo lazos sólidos de fraternidad. El arte no crea la realidad (ni el periodismo cultural que intenta explicarlo), pero sí es capaz de ayudar a entenderla.
Si somos capaces de dejar de ser números de un algoritmo para convertirnos en individuos no es mal comienzo. Bienvenidas.
Decálogo-manifiesto por el que como oyentes exigimos:
- El derecho a ser amantes de la música (o no serlo).
- El derecho a escuchar cada obra en el formato que queramos y el momento que queramos.
- El derecho a reproducir un disco en el orden que queramos. El derecho a no terminarlo o a quedarnos solo con las canciones que nos gusten.
- El derecho a interpretar un disco y reinterpretarlo como nos dé la gana.
- El derecho a no prestar atención a la letra, la melodía o las armonías (o a sí hacerlo porque pueden cambiarnos la vida).
- El derecho a no estar a la última moda ni seguir todas las tendencias, o por el contrario a estarlo e ignorar todo lo que no es de nuestro tiempo.
- El derecho a disfrutar del descubrimiento de un artista sin importar el cuándo ni el cómo. En el futuro podemos reencontrarnos con el pasado.
- El derecho a sentirnos únicos al escuchar una canción o por el contrario, a pertenecer a un colectivo.
- El derecho a poder expresarnos libremente así como dar nuestra opinión sobre un disco o una canción.
- El derecho a callarnos y no estar en todo momento hablando de algo de lo que no nos han pedido ningún dictamen ni opinión.
* Un decálogo que es un evidente y admirado homenaje a Daniel Pennac. Porque fueron, somos, porque somos, serán.
Febrero 2024.