Los Planetas acaparan el interés de esta 8ª edición en la que también disfrutamos de The Jesus and Mary Chain, Editors, Belle and Sebastian y Standstill

Con Hinds, Melenas, Pipiolas… la evidente apuesta por el talento local femenino y joven sigue siendo uno de los aciertos más destacados

Tomavistas. El éxito de la clase media (I) @ Javier Rosa

Foto @ ​Javier Rosa

El Festival Tomavistas celebra una vez más el éxito de la clase media, y sin aspavientos, se ha convertido en la cita fija del calendario madrileño festivalero para un público de mediana edad que desea tranquilidad, amplios espacios sin agobios, disfrutar de buenos conciertos entre amigos o con la familia (muchos peques, aunque sin oferta para ellos), y sin solapamientos ni estrés que para eso es un espacio lúdico y de ocio y a menudo se olvida; mientras resiste a los Fondos de Inversión que han aterrizado en la práctica totalidad de los festivales del Estado español, manteniendo su independencia en ese sentido a pesar de contar con evidentes patrocinios.

Clase media también porque como en el resto del ocio madrileño, unos precios para nada populares están echando a la clase trabajadora de todos estos grandes eventos musicales. Y este es un debate que al igual que el de los accesos con comida (que en su día se ganó) debe de marcar la agenda la opinión pública de una vez por todas. Perfecto en cambio haber conseguido abrir el metro L3 hasta las 3 a.m. y haber priorizado los taxis en la entrada (sin derivar a otros servicios privados), así como su apuesta por la sostenibilidad medioambiental, prioridades actuales para los macroeventos,

Si bien en estos años post-pandemia el Tomavistas no ha terminado de encontrar su sitio definitivo (Tierno Galván, Ifema, Caja Mágica), al menos sí ha sido capaz de consolidarse tras duplicar la asistencia (unas 15.000 personas el viernes), con amantes de la música al frente, conocidos por todos en su día como son José M. Gallardo, Imarú Aledo y Willy G. Blesa, que han mantenido el equilibrio entre su pasión y el oficio, con una fórmula que les gusta y les funciona, y a nosotros también, lo que les augura muchos más éxitos futuros como los cosechados hasta ahora (ya ha sido galardonado como Mejor Evento o Festival en los Premios Cultura Time Out Madrid, y Mejor Festival de Pequeño Formato en los Premios Fest).

​Los Planetas. De viaje por la nostalgia

Los Planetas © Javier Rosa

Los Planetas. Foto @ ​Javier Rosa

Es por tanto un festival de clase media con estilo, que en esta su 8ª edición (sin contar con la Extra pandémica) apostaba todo por Los Planetas en su gira 30 aniversario de su disco debut, o así lo entendimos muchos periodistas (que así han centrado su crónica como Carlos Marcos en El País) y bastantes asistentes del público, que llevaban un merchandising fácilmente definible con la iconografía emblemática de Javier Aramburu. Súper 8 era por tanto el eje central de comunión del viernes, pero nos quedamos a medio gas al descubrirlos en un escenario menor para la masiva avalancha de gente que se acercó.

Con la polémica ausencia de Banin y Eric (sustituidos por el bajista Miguel López y el batería Roberto Escudero, correctos pero sin la expresividad sonora de los anteriores), Jota y Florent se marcaron el disco que cambió el indie allá por 1994 de principio a fin y sin cambios, apelando a un recuerdo constituido a lo largo del tiempo (los menos de los presentes los vieron entonces, los más los recordaban de sus colegas de la uni o más de la época del ‘motor en el autobús’, y seguramente en todo caso por su omnipresencia en la cultura indie no ya solo de los 90 sino en todos los dos mil). Poca gente joven a curiosear y sí prácticamente todos conocedores de lo que se podía esperar. Que las grandes canciones brillarían como De viaje, Qué puedo hacer, Si está bien, Jesús, Rey Sombra, Desorden… y que otras serían prescindibles como 10.000 o Estos últimos días, y que poco harían arriba del escenario o abajo para levantarlas. En ese sentido, la previsibilidad más absoluta.

Ha habido mucho debate en torno a las ausencias (se echó de menos el carisma de Eric), a la personalidad de Jota y sus recientes pleitesía al público y reivindicación frente a otros “imitadores” según sus palabras, en contrapunto a lo que siempre se ha esperado de él, pero es que gran parte de ese mesianismo les ha hecho lo que son. También es cierto que son debates de otro milenio que no deben desviar la atención de lo que ocurrió el viernes 24 en el Tomavistas. Los Planetas hicieron un muy buen concierto, con un sonido muy envolvente y con mucha pegada (generalizado en todos los escenarios), un bello viaje por la nostalgia que tiene poco de épico debido a las innumerables veces que todos los hemos visto ya.

Solo la ubicación de ese escenario fue el único desliz del show, porque las incomodidades, los apretones y la falta de perspectiva en los laterales, deslucieron en parte un buen concierto de los granaínos. Después de La caja del diablo (hubiera sido el cierre perfecto al show) tocaron alguna más como Mi hermana pequeña y Nuevas sensaciones, reivindicando esta legendaria formación que, dejando atrás las filias y las fobias (otro debate obsoleto en 2024), explica a la perfección qué es lo que somos. Claro que mereció la pena.

Standstill. Oda a la paternidad

Standstill © Javier Rosa

Standstill. Foto @ Javier Rosa

Antes de la invasión planetaria, mi propio viaje nostálgico me había llevado a Standstill, una formación que en su transición del hardcore al post, el folk y el indie marcó algunas de las más bellas páginas de la música entre 2006 y 2012. Muchos no lo sabréis, pero siempre lo digo; el grupo comandado por Enric Montefusco entró por aquel entonces con Vetusta Morla en una competencia virtuosa de belleza e intensidad con espectáculos maravillosos que nos marcaron para siempre. A músicos y a periodistas. En mi caso, no oculto que Standstill me ha ayudado a escribir mi primer libro Piedra contra Tijera

Según entrábamos en el recinto, nos recibían los acordes de Adelante Bonaparte, un disco conceptual en donde abordaba el cantante la paternidad, entre la expresividad contenida, la omnipresencia de la rítmica guitarra acústica de Enric y el in crescendo progresivo del post-hardcore del que fueron vanguardia. Porque sí, Standstill abrió muchas puertas y se adelantaron a su época. El caso es que sacaron toda su artillería pesada, la de ese disco y el de Vivalaguerra (06), con la destacada ¿Por qué me llamas a estas horas? y un quinteto en un estado de forma sensacional. Casi 10 años de su retirada, y Enric Montefusco, Ricky Falkner, Piti Elvira Ricky Lavado y Víctor Valiente (no le vi bien, pero me dio la impresión que era él), demostraron que el tiempo jamás pasó por ellos.

Vale que no era ni la hora ni la edad del público para un pogo, pero como si los hubiéramos hecho. Feliz en tu día, La mirada de los mil metros, la mítica 1,2,3 sol, Cuando… los grandes éxitos cayeron (algunos los escribo de cabeza…), donde a falta de una mayor teatralización y espectáculo visual, todos disfrutamos con la entrega. El concierto se tornaría cíclico de nuevo con Adelante Bonaparte (como mandan los cánones) despidiendo a esta banda excelsa y trabajadora.

«Birras y amigos». De Hinds a Melenas, pasando por Dinosaur JR

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Hinds. Foto @ Adrian YR

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Melenas. Foto @ Liberto Peiró

DinosaurJr © Javier Rosa

Dinosaur JR. Foto @ Javier Rosa

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Hinds. Foto @ Liberto Peiró

Tras Standstill nos acercamos a ver en la zona de los escenarios más alejados a Hinds, una formación que está marcando grandes hitos, no siempre lo suficientemente reconocidos. Eso de birras y amigos del título lo dijo la propia Carlotta Cosials, 50% de la banda junto a Ana Perrote, y ambas se mostraron exultantes tras una temporada un tanto caótica que ha acabado con salida de miembros y una renovada formación, ya que reconocieron haber pasado por su infierno particular y anunciaron alegres su próximo disco previsto para septiembre, del que adelantaron Boom Boom Back (¡que han grabado junto a Beck!), un corte cadencioso de gran fortaleza y que sube la intensidad de otras como Coffee, y apuntala el sonido de la banda con una contundencia y madurez ya vistas en The Prettiest Curse (20), gracias a himnos como Good Bad Times y Just Like Kids (Miau). Arropadas por la industria (entre los asistentes estaban Zahara y Víctor de Rufus T Firefly), el suyo fue un concierto muy vitalista.

Con toda la tralla que había en medio, volvimos ya de noche a ese mismo escenario para ver a Melenas, otra joven formación que ha afianzado su propuesta con un muro de sonido limpio pero contundente, mucha elegancia, con una dependencia atmosférica marcada por los dos teclados, y un acercamiento a veces planetario (le hicieron una tiraera jocosa a Jota para una futura colaboración), con la suerte de escuchar Osa Polar y Bang, sus dos grandes hits que hicieron mover al público, así como Primer tiempo, antes de volver a ver a Editors.

Al mismo tiempo que Hinds, tocaban Dinosaur JR en el escenario grande. Un gustazo de desdoble porque sonaron de narices, con una intensidad de menos a más, de la que disfrutamos, aunque resultara incomprensible la permuta de escenario Planetas-Dinosaur JR. Y digo incomprensible porque el público español (más concretamente madrileño) que acudió a la Caja Mágica era bastante más festivo que melómano. Si no me falla la memoria, en MadCool 2017 tocaron en uno secundario (el día de Kings of Leon), y allí acudimos los más cafeteros évidement, esos que como diría David Gallardo de Mercadeo Pop, todavía añoran el Parque del Soto. De entonces a esta parte no ha habido nada concreto que haya hecho tangible ese subidón de público (¿quizás que sea la única fecha este año en nuestro país?), pero bueno, cosas de los programadores que bienvenidas sean, porque sonaron muy poderosos.

El caso es que se sí notó esa falta de punch en las primeras filas, y ya el chiste malo advierte sobre cómo diferenciar el rock del indie, y es que no verás un puto pogo aquí, ni aunque te ahorquen. Un baile, un empujón, unos brincos… faltaron mucho a lo largo del fin de semana, y sin embargo, a J Mascis y Lou Barlow les dio igual, soltaron el fuego, con What Else Is New, Feel the Pain, Freak Scene… y como ya habéis leído en todas partes, una versión de The Cure (Just Like Heaven).

Alcalá Norte se marcan el pogo del Tomavistas

No lo digo yo, lo dice David Gallardo, mi hermano de armas y ejemplo de cómo un periodista puede llegar a amar tanto la música y su profesión. Acertó al avisar de la extraña coincidencia de que tocaran a la misma hora la leyenda viviente (Los Planetas) y el hype más interesante de la semana (Alcalá Norte) y que no se quería perder el momento.

Partimos peras en ese momento, pero quise más tarde saber de su boca qué tal había funcionado la cosa. “Es una banda de las que ya no se pilla, y está en un momento genial, no se lo creen ni ellos”, diría David, que tiene más horas de vuelo que la plantilla de Iberia: “Una frescura y una chulería que no es pose, los chicos de barrio son así. Son una banda que debería foguearse en garitos pero ya han caído en un festi (por cancelación de Dry Cleaning por salud) y al público le parecido bien el cambio, y encima saben tocar, el cantante con actitud chulesca y desafiante, un poco a lo Liam Gallagher ¿por qué no?”.

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Alcalá Norte. Foto @ Adrián YR

Habitual en él, me lanzó un vaticinio: “Alcalá Norte es un grupo que ahora mismo lo tiene todo abierto; lo bueno, que lo vamos a ir viendo, Arde Bogotá ya está muy lejos de esto y por ello no tienen gracia, porque están en la estratosfera. Pero ahora, desde Ciudad Lineal vamos a viajar a otro Sistema Solar”, pues sí, estos son los hypes que molan. Hablando en serio, que esto no es UK, disfrutemos de este disco, de sus directos, que tienen un gran recorrido por delante, y no nos enredemos en si está de moda, ni si van a ser tal o cual. Son jóvenes, que se camelen como quieran camelarse.

Editors, entre Dave Gahan y Bono

Más de la cosecha de Gallar para este medio, pues es bien fan y conocedor de la trayectoria de Editors en nuestro país. Una de las cosas más bonitas de este festival es que a poco que hayas vivido en los márgenes de la industria, conoces a mucha gente, y por edad, mucho de tu pasado vuelve a ti, con una buena vibra, que como diría Sebas E. Alonso de jenesaipop, “Esto no parecía Madrid. No el Madrid malhumorado y siempre a la gresca de Isabel Díaz Ayuso”. El viernes se respiró un ambientazo de la hostia y me reencontré con mucha gente que había sido en algún momento familia. Así que las transiciones se hicieron eternas, compartiendo conversaciones, cervezas, risas y puestas al día.

Así, me despisté un tanto de Editors a quien los vi de lejos, volviendo a mi David para tomar nota: “Aunque te joda, este grupo es clase media de verdad, no clase obrera que se cree clase media; vive muy bien haciendo discos buenos por mucho que te empeñes. El repertorio del viernes fue de festival de grandes éxitos, de una hora y cuarto, muy bueno, con la gente muy por la labor. Tom Smith muy bueno, una mezcla entre Dave Gahan y Bono, y por eso estaba todo el mundo de U2 allí ayer”, asegura hiperbólicamente. Tuvo momentos “oscuros potentes y guitarreros como rave al final de Papillon, pero antes te habían hecho canciones épicas como The Racing Rats o Smokers Outside the Hospital Doors que la gente recibió estupendamente. Munich, Heart Attack… muy electrónico”, fue un concierto muy consistente que disfrutó “como un señor”.

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Editors. Foto @ Javier Rosa

El viernes terminamos a doble banda, primero con Baiuca, muy bien en su fusión entre electrónica y folclore gallego, inspirado en las tradicionales cantareiras, que nos acompañó muy bien en la fiesta final, algo que ya no conseguiríamos posteriormente con The Blaze. Mucha gente se había ido, y el recinto quedó bastante desangelado. Su electrónica sesteante tampoco ayudó, y mientras los noctámbulos apuraban la fiesta, tranquilamente nos recogimos para recargar pilas de cara al sábado.

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Baiuca. Foto @ Javier Rosa

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The Blaze. Foto @ Adrián YR

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Rubén González

Periodista

La Voz en Pie es el nuevo proyecto de este periodista musical tras Club de Música, Godot, Diábolo o El Embrujo. En 2024 publica su primer libro «Piedra contra Tijera», sobre la historia del rock en España (1991-2021).